Por: Leadimiro González C.
Diomedes Ureña:
“No soy Dios ni la pomada milagrosa”
Es chiricano y lleva 17 años combatiendo enfermedades con plantas medicinales. Asegura curar el cáncer y el SIDA. Muchos creen en sus tratamientos, otros lo consideran un simple estafador.
¿Quién es en realidad Diomedes Ureña?
En 1973, estando a la Represa del Bayano una piedra golpeó a Diomedes Ureña y se le formó un tumor en la cabeza. Por cinco años anduvo de médico en médico buscando la cura para su mal. Fue en 1989, que casi desahuciado acudió a un curandero, y allí se dio cuenta que Dios, había proporcionado a la humanidad alrededor de 600 mil especies de plantas.
Entonces agarró doce clases de plantas y se puso a orar y logró salvarse. Desde entonces, este hombre quien asegura tener la cura para el cáncer comenzó a estudiar lo que eran las plantas.
-¿Entonces comenzó a estudiar las plantas?
Entonces empecé a estudiar lo que era las plantas diuréticas, las proteínas, las vitaminas, los aminoácidos, los marañones, y un sin fin de plantas medicinales y comencé a investigar ese mundo, hasta el día de hoy.
-¿Cuándo fue que curó el primer paciente con SIDA?
En 1988 curé el primer paciente con SIDA, que para el mundo fue increíble porque los gringos lo ven como un monstruo.
-¿Con qué planta medicinal curó el SIDA?
Comencé a tomar una medicina que es para matar hongos. Mi padre las usó y la tomaba para bajar la fiebre. Entonces comencé a trabajar, investigar y a investigar y me di cuenta que utilizando muchas proteínas, vitaminas y aminoácidos, se podía curar el SIDA. Yo tengo gente en Estados Unidos curados de SIDA, eso no es nada nuevo.
-¿Sin embargo, hay muchos que no creen en sus tratamientos?
A Jesucristo nunca le creyeron. Si en Bugaba usted investiga, nadie me cree. Sin embargo, hay médicos y miles de personas en Guararé, en Las Tablas, en Estados Unidos, en Europa que se han curado con mis tratamientos.
-¿Por qué piensa que esas personas no creen en usted?
Realmente no creen porque no quieren creer en los que tienen los ojos negros, sino quieren creer solamente en los que tienen los ojos verdes y hablan inglés. Tenemos que encontrar el Mecías negro o indio, del color que sea, uno necesita salvarse. La gente quiere un tipo que se fue a Argentina a estudiar en las mejores universidades medicina, sin embargo, yo vine como los perros criollos, y sin estudiar medicina me interné a mirar lo que comían las aves y comencé a hacer mezclas para tomarlas. Con eso logré salvarle la vida a mi hija que había nacido con un quiste(…) Entonces hay muchas cosas en esta vida que el mundo no puede entender.
-¿Entonces no se considera profeta en su tierra?
Yo lo he dicho, yo no soy para Panamá. Vendrá el momento en que mucha gente me buscará, pero no me hallarán. Yo he atendido doscientas personas en Arraiján en un día, durante ocho años, hasta los médicos comenzaron a sacudirse porque yo soy una suela en el zapato para ellos, sin embargo, si ellos caen enfermos, yo estoy dispuesto a curarlos.
-Sus detractores sostienen que usted cobra sumas demasiadas altas, ¿qué opina al respecto?
Cuando hablé desde Costa Rica por medio de Telemetro, yo dije que cobraba 3 mil dólares a los norteamericanos que estaba viendo, pero es que yo no cobro esa cantidad, sino que las personas vienen con el dinero dispuesto a entregármelo porque vieron a uno de mis pacientes curado. Yo tengo un carro que me acaba de regalar una licenciada porque la curé, entonces no podemos detener las dádivas que Dios nos da.
-¿Entonces cuánto le cobra a sus pacientes?
Yo cobro 20 a 30 dólares en Panamá por un medicamento que demora en salir dos meses. Y si yo cobro caro, entonces tendré que hacer una teletón para regalarle medicina a todo el mundo.
-Otros aseguran que usted es un estafador, ¿qué le responde a ellos?
Por favor, no hablemos de estafa, yo he tratado a veinte mil personas, y si hubiera estafado, estuviera millonario, y no hubiera hipotecado mi casa (…) Pero la gente habla de estafa porque otros son los estafadores. Incluso había un señor que se hacía pasar por Diomedes Ureña, y lo detuvieron en Santiago de Veraguas, y resulta que se llamaba Rosa Méndez (…) Yo no tengo la culpa que en la Zona del Canal haya salido otro y la gente le creyera.
-Hablemos de las plantas medicinales, ¿considera que son mejores que las medicinas tradicionales?
Aquí no hablemos de quien es mejor. Hay gente que me dice que yo no la pude curar, pero que con la medicina tradicional la curaron.
-¿Por qué cree que sostienen eso?
Porque hay tumores que se hacen resistentes y yo lo mando a operar. Por ejemplo, los hombres necesitan hacerse el examen de la próstata, pero se resisten. ¿Cómo vas a atacar una enfermedad si no sabes lo que tienes?
Entonces hay gente que quiere que sea Dios o la pomada milagrosa. Yo no digo que mi medicina es mejor, pero mi medicina ha salvado a mucha gente que la ciencia no ha podido.
-¿Qué personas conocidas ha curado con sus tratamientos?
Olmedo de Gracia del Banco Exterior, el hermano del Dr. Juan Delgado, Manuel Vence, Bolívar Mendieta, Lucho de Sedas, Basilio Torres, un gringo a quien habían desahuciado en Estados Unidos, entre otras personas.
-¿Cómo logra diagnosticar una determinada enfermedad?
Los hombres y las mujeres son como las plantas que se dan para cosechar. Nadie puede cosechar un arroz si lo ve verde, tiene que cosecharlo amarillo; así mismo se pone la gente, amarillo, con la vista blanca y uno se da cuenta que esa persona está enferma. El ser humano refleja su enfermedad, se le ve en los ojos, en las manos. Hay muchas cosas que hay que conocer físicamente, para luego determinar la enfermedad que tiene una persona.
-¿Qué clase de gente se le acerca usualmente?
Regularmente me llegan desahuciados caminando trabajosamente, y no como hacen algunos médicos que llegan primero.
-¿Dónde consigue las plantas?
Yo consigo las plantas en Chiriquí Grande y en el Darién.
-¿Cuál es la ventaja de las plantas medicinales?
La ventaja es que la gente que se estaban muriendo se ha salvado. Además, logran subir la hemoglobina, regulariza el sistema.
Y así, en medio de preguntas y respuestas, Diomedes Ureña, manifiesta que nadie tiene que tener fe en él, sino en el poder de Dios.